La traición es la pérdida de la confianza en alguien, la falta de fidelidad. La máscara que desarrollan las personas que sufrieron esta herida es la de CONTROLADOR.
¿Cómo se genera esta herida en la infancia?
Esta herida surge entre los 2 y los 4 años, cuando, según Freud, desarrollamos nuestra energía sexual y aparece el complejo de Edipo, en el que nos “enamoramos” del progenitor del sexo opuesto.
Un niño se enamora de su madre, por ejemplo. Ese complejo se debe superar cuando ese niño se da cuenta que existe otra figura paterna y que su madre es independiente a él, que no está siempre ahí para cubrir todas sus necesidades.
En ocasiones es la madre misma la que no ayuda a que ese niño desarrolle y supere esa fase del complejo de Edipo cuando, por ejemplo, satisface todas las necesidades del niño hasta convertirse prácticamente en una esclava para él (en el momento en que la madre no acceda a algún capricho de ese niño, éste se sentirá traicionado) , o cuando, ante un padre ausente no incorpora a éste en la vida del niño haciéndole sentir que existe y que es igual de importante que la madre.
Normalmente el niño se siente traicionado cuando los progenitores no cumplen sus promesas (te llevaré al parque si te comes toda la comida, te prometo que te llevaré al Zoo si te portas bien…).
Cuando esta fase de Edipo no se supera, generará problemas en la vida de adulto de ese niño y afectará a sus relaciones afectivas y sexuales.
¿Cómo son las personas que sufren esta huella de traición?
Son personas controladoras, que no permiten el más mínimo fallo en los demás, les importa mucho su reputación, no les gusta estar en situaciones donde no tienen el control, son personas que siempre se hacen escuchar, interrumpen conversaciones. Si las cosas no salen según sus expectativas se vuelven agresivos. Tienen poca paciencia. Huyen del compromiso por temor a ser traicionados.
Esta herida que seguimos manteniendo como adulto, al igual que las otras heridas mencionadas en anteriores blogs, sigue existiendo porque somos incapaces de perdonarnos a nosotros mismos por lo que nos hacemos y hacemos a los demás. Las máscaras que utilizamos, en este caso de Controlador la aplicamos en nosotros mismos y en el otro. Reprochamos en los demás lo que nos hacemos a nosotros mismos y no queremos ver.
En La Candela de Mariel te ayudo a que tomes conciencia de la herida que tienes, que la aceptes e integres para poder así llevar tu herida de forma que no te impida o afecte lo mínimo en tu vida diaria.