La palabra humillación significa herir el orgullo/amor propio de alguien, rebajar, avergonzar, degradar.
Esta herida está asociada al tener y hacer; al contrario que ha herida del rechazo que se relaciona con el ser.
El origen surge en el momento en que el niño empieza a desarrollar sus funciones corporales como comer solo, aprende a ir al baño, a hablar..también empieza a comprender lo que el progenitor le dice.
La herida surge cuando el progenitor se burla o ridiculiza al niño, sobre todo en lo referente al aspecto y la limpieza y pulcritud del mismo, bien en privado o en público, delante de otras personas. El niño suele sentirse demasiado controlado en sus actos, sin libertad para hacer lo que siente. Siente que su comportamiento no es del agrado de sus padres. Los niños con la herida de humillación tienen un gran temor de defraudar a su madre; hace todo lo posible por no defraudarla, por no avergonzarla y no avergonzarse a sí mismo.
Algunos ejemplos de cómo pudo surgir esta herida serían:
- El niño que ve un charco con barro y decide revolcarse en él.
- El niño que al comer se le cae toda la comida por encima.
- El niño que se hace sus necesidades encima.
En el reproche del progenitor puede haber cierta burla sobre el acto del menor. Se avergüenza de lo que hace su hijo y así lo manifiesta.
Esta herida la suele transmitir por lo general la madre; que es la que suele estar normalmente más tiempo con el hijo. La transmite el progenitor que comparte más tiempo con el pequeño. Por lo que podría ser el padre en algunos casos.
El mecanismo de defensa de las personas con la herida de la humillación es ponerse la máscara de Masoquista. Un masoquista es una persona que encuentra placer en el sufrimiento. De alguna forma las personas masoquistas buscan situaciones que les hacen daño antes de que otros lo hagan.
En el aspecto físico las personas masoquistas suelen tener un cuerpo grueso por exceso de grasa, extremidades cortas, espalda ancha, cara redonda y ojos abiertos. Su cuerpo también les avergüenza.
El masoquista aprendió de pequeño que sus actos no son del agrado de sus padres; que para agradarles y ser querido por ellos debe comportarse haciendo lo que ellos quieren; de esa forma no le humillarán. Aprendió que no puede hacer lo que quiere y desea.
Ello hace que de adulto el masoquista se vuelque en atender y agradar a los demás cargándose de demasiadas responsabilidades con los otros (sigue sin hacer lo que desea y/o siente) ya que piensa que esa es la forma en que no le humillarán. La humillación la sienten cuando perciben que están abusando de él; cuando se entrega demasiado.
El masoquista no reconoce su valía personal; siente que tiene que demostrarlo todo el tiempo; de ahí su entrega a los demás. Busca valor y reconocimiento volviéndose “imprescindible” en la vida de las personas que le importan. Se olvida de sí mismo, de sus deseos y necesidades por atender los de los demás. El masoquista es muy sensible a las críticas y juicios de los demás; sintiéndose enseguida humillado por ello. Es hipersensible a los comentarios hacia su persona; se los toma a nivel personal.
El mayor deseo y a la vez el mayor temor del masoquista es la libertad. Por un lado la ansía ya que nunca se sintió libre; de pequeño porque buscaba obligaciones o tareas para agradar a sus padres; y de mayor para seguir agradando a sus padres y a la gente cercana de su entorno. Por otro lado siente que si es libre, sin obligaciones, no va a saber qué hacer con esa libertad y entrará en los excesos de hacer lo que desea comiendo, bebiendo, trabajando…demasiado por lo que se sentirá avergonzado por ello o por el qué dirán los demás. El masoquista está muy pendiente de la aprobación o reproche de la gente; por ello haga lo que haga no estará contento. A nivel inconsciente se busca obligaciones que le impiden esa libertad.
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