Todos tenemos interiorizado el significado del concepto perdón; algo así como un reconocimiento de una equivocación o error cometido, consciente o inconscientemente, que causa un perjuicio o daño físico o emocional a otra persona y del que nos arrepentimos.
El arrepentimiento no siempre se da, ya que existe un perdón “interesado” que se pide o se recibe entendiendo que su aceptación viene condicionado por una norma social, cultural, de educación y de cierta obligatoriedad.
Vamos a analizar la perspectiva del “agraviado” o el que perdona:
Ya nos decía el Dr Miguel Ruiz en su libro “Los cuatro acuerdos”; “no te tomes nada personal”. ¡Y qué verdad esconde este acuerdo! Teniendo en cuenta que el comportamiento, reacciones, actitud, forma de pensar y de ver el mundo de cada uno de nosotros está condicionado por nuestras creencias y experiencias vividas en la infancia; y que ahora de adultos repetimos las respuestas aprendidas, nuestros mecanismos de defensa interiorizados…todo lo que hacemos está orientado a protegernos de los “peligros y/o amenazas” de nuestro entorno. Todas nuestras acciones tienen una intención positiva para nosotros, y no es otra que la de evitar nuestro dolor y sufrimiento.
Os pongo un ejemplo haciendo referencia al Eneagrama (herramienta para el crecimiento personal que califica los tipos de personalidad en 9 Eneatipos diferentes). Si un niño con un tipo de personalidad Eneatipo 8; que creció en un entorno donde, desde pequeño tuvo que hacerse el fuerte, el valiente; que piensa que el mundo es un sitio peligroso donde el pez grande se come al pez pequeño y que los débiles acaban desapareciendo; es muy probable que, al igual que rechaza en él su vulnerabilidad, rechace también a la gente débil, frágil o vulnerable.
Las personas con este tipo de personalidad, cuando tienden a desequilibrarse, pueden llegar a ser personas agresivas, intimidatorias, violentas. La intención positiva de este comportamiento es la de estar protegiéndose de los peligros, y lo hacen atacando, verbalmente, físicamente…De esta forma se sientes fuertes, poderosos y con ello su seguridad estará a salvo. Lógicamente todo esto habla de la neura de este tipo de personalidad.
Pues bien, esta agresividad la dirigen hacia las personas que ven vulnerables porque las rechazan, no pueden soportar esa fragilidad o hacia personas que de alguna forma quieren imponer su autoridad, sus normas, su control sobre ellos.
Este es un ejemplo de un tipo de personalidad. Pero el Eneagrama califica hasta 9 tipos diferentes con 3 variantes instintivas; es decir 27 tipologías de personalidad; con 27 deseos y necesidades en la vida también diferentes y a su vez 27 estrategias o mecanismos de defensa para conseguirlo. Si somos capaces de entender que, tanto el Eneatipo 8 del que puse el ejemplo; como los demás actuamos conforme a nuestras “reglas del juego” en la vida; seremos capaces de entender que ningún comportamiento del otro tiene nada que ver con nosotros en concreto. El otro nos “necesita” como espejo para poder tomar conciencia al igual que nosotros necesitamos al otro para que nos muestre aquellos aspectos de nuestra personalidad que debemos integrar.
Aquí entramos en el concepto “sombra y proyección” del que hablé en otras ocasiones. La sombra es aquel aspecto de mi personalidad que no quiero aceptar en mí, lo rechazo, y no veo porque lo he ocultado en mi inconsciente y lo proyecto en los demás. Todo lo que me molesta, critico y juzgo del otro es la forma que tiene el inconsciente de avisarme que “eso de lo que me quejo” lo tengo yo. El Universo tiende al equilibrio y como seres duales debemos integrar en nosotros las dos polaridades de nuestras cualidades; generosidad y egoísmo, bondad y maldad, perfección e imperfección…Debemos aceptar que como seres humanos que vivimos en un mundo dual ambas forman parte de nosotros. En el momento que rechace alguna, estoy rechazando una parte de mí y el Universo me la muestra en otras personas para que tome conciencia y la integre.
Por lo tanto el comportamiento de cada uno habla de uno mismo y su visión distorsionada de la realidad. En la relación con los demás es donde podemos ver nuestras necesidades y deseos no satisfechos; nuestra visión infantil de la vida, nuestras demandas y reproches infantiles, nuestras carencias.
Entendiendo esto; viendo que en nuestra relación con el otro establecemos el marco idóneo para que salga a la luz nuestro aprendizaje, y de esa forma podamos integrarlo; veremos al otro ser humano desde el corazón, con agradecimiento y como una parte necesaria sin la cual no podríamos conocernos a nosotros mismos.
El verdadero perdón:
- Surge del corazón; no el que dictan las normas sociales; aquél en el que llegues a sentir que no hay nada que perdonar, que todo lo que pasó fue necesario aunque en ese momento no lo entendiera.
- No implica justificar la actitud o comportamiento del otro, implica una liberación personal; dejar de ser esclavo o víctima del otro; soltar la ira, el rencor, el resentimiento que nos impiden avanzar en la vida, disfrutar encadenándonos a una tortura continua.
- No implica una reconciliación con la persona “agresora”; puedes no volver a dirigirle la palabra si no quieres; pero lo haces desde la paz interior; no desde la ira o resentimiento. Lo haces para poner límites. No se trata de poner la otra mejilla; se trata de autoestima y valor propio, de quererse a uno mismo.
- Se consigue acallando al Ego. Dependiendo de si le hemos dado el poder de dirigir nuestra vida o no así de sencillo será que consigamos llegar a perdonar desde el corazón.
- Se da sin que ni siquiera nos haya pedido perdón.
El verdadero perdón es entender que no hay nada que perdonar sino algo que comprender, que aprender.
Mariel Martínez
www.marielmartinezterapeuta.com