Sabemos que lo que pensamos, hablamos y sentimos crea nuestra realidad. En el caso de tener niños pequeños no solo crea nuestra realidad sino que también influimos en cómo ven la realidad los más pequeños. Inculcamos en los menores nuestros propios miedos, creencias, inseguridades sin ser consciente de ello.
Las órdenes dadas por los padres para “educar” a los hijos permiten “adaptarlos” al contexto social en el que están viviendo. Algunas son facilitadoras; sacando la mejor versión de su hijo y potenciando sus virtudes; y otras, por el contrario son limitantes y muy dañinas si son repetitivas.
De entre ellas las 5 órdenes más perjudiciales a un hijo son:
Sé perfecto: Esta orden el niño la entiende como que nunca es suficiente. Por ello no acabará nunca de hacer nada porque la perfección no existe, y él intentará lograrla por todos los medios sin conseguirla.
Date prisa: Realmente ¿para qué? Para hacer algo más. Y cuando acabes eso, que tienes que hacer rápido, ¿qué? Haz lo siguiente….y así sucesivamente. El niño vive continuamente en el futuro, nunca en el momento presente. Siempre tiene que estar pensando en lo siguiente. Se le pide al niño que haga muchas cosas, que esté continuamente haciendo. ¿Y qué pasa cuando ya no haya nada que hacer? ¿Qué significa que ya no haya más? Significa la muerte. Es como si el niño tuviera que apurarse en hacer cosas, sin disfrutarlas, para hacer todo lo que tenga que hacer en la vida y así poder morir.
Sé fuerte: No llores, los niños no lloran; tienes que ser fuerte; no muestres tus emociones. Es muy importante la educación emocional en esa franja de edad de 0 a 7 años ya que ese comportamiento emocional esos niños lo repetirán de adultos; ocultando sus emociones. Lo que la mente calla el cuerpo lo grita de alguna forma; es decir, las emociones no expresadas y reprimidas durante un tiempo más o menos largo acaban por enfermarnos.
Hazme feliz: Normalmente se da entre padre e hija y madre e hijo. El mensaje al niño es que cumpla los deseos de su progenitor; de tal forma que cuando crezca buscará a quién complacer; olvidándose de sí mismo.
Esfuérzate: Esta orden tiene una connotación negativa porque ¿a quién se le dice que se esfuerce; a alguien listo o a alguien torpe? Esfuérzate lleva implícito el “no lo estás haciendo bien”, “tú no puedes”. Esto es exactamente lo contrario de lo que necesita un niño. Si no se está “esforzando” de un modo natural es porque los progenitores no han sabido estimular su motivación. Un niño estimulado no necesita que se le diga que se esfuerce porque va a dedicar toda su energía en conseguir lo que se proponga.
¿Eres consciente de haberles dado algunas de estas órdenes a tus hijos? Hay que entender aquí que dichas de manera puntual no son dañinas. El daño suele aparecer cuando se repiten de forma prolongada, ya que en ese caso el niño capta el mensaje “subliminal” debajo de esas órdenes.
La desobediencia de esas órdenes genera en el niño un sentimiento de culpa; por lo que hará todo lo posible, a nivel inconsciente de llevarlas a cabo. De alguna forma refuerzan la pertenencia a la familia, ya que son las “reglas familiares” las que deben cumplir los hijos.
Estas órdenes también forman parte de los progenitores, que a su vez recibieron cuando eran niños de sus propios padres y repiten de manera inconsciente en sus hijos.
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